Artículo de opinión de Bruno Gutiérrez Cuevas en el que se analiza la vital importancia de la calidad del aire, sobre todo, tras un año de pandemia.
Desde su inicio, hace ya más de 30 años, el estándar Passivhaus ha puesto el foco en la importancia de cuidar la salud y el bienestar de los usuarios en el interior de sus edificios, al tiempo que se logra mantener una demanda de energía mínima para el funcionamiento de estos. Esta cuestión ha cobrado especial relevancia a raíz del comienzo de la pandemia mundial, viniendo a reafirmar, aún más, la labor de divulgación de este estándar.
A lo largo de los últimos doce meses hemos podido comprobar lo deficientes que son muchas de las viviendas que se han construido en España durante décadas. Y, yendo más allá, no solo han sido los edificios que habitamos, sino que hemos comprobado que muchas edificaciones de otras tipologías, como por ejemplo las oficinas, no estaban preparadas para trabajar en época de Covid-19 y, lo que es peor, los colegios en los que estudian nuestros hijos, tampoco. Las condiciones de confort, calidad ambiental y ventilación en el interior de los centros escolares en España suspenden cualquier evaluación de manera generalizada, independientemente de la zona climática, la tipología, la antigüedad y la casuística particular de cada colegio.
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